Ver la puesta de sol cenando bajo un tamarindo con los pies en la arena no tiene precio. Marisco y pescado fresquísimo. Nos sirvieron alcachofas fritas, berberechos, mejillones y una dorada a la brasa en su punto. A destacar nuestra camarera, muy divertida y atenta en todo momento de que todo estuviera a nuestro gusto.