Buscaba restaurante por la zona, difícil elección en un lugar tan turístico como Sant Antoni, pero el ambiente local que se respiraba hizo que me sentara en el Babel, si hay gente del lugar comiendo y bebiendo es buena señal. Después de tantear tomando una cerveza y una tapa, pedí unas costillas al horno y una botella de vino, y disfruté como un enano. Ración más que generosa, jugosas, bien aliñadas y acompañadas de patatas caseras recién hechas. Personal simpático y muy amable.Ivan, creo que es el propietario o encargado fue súper atento e incluso me preparó un postre fuera de carta. Lo recomiendo