Un restaurante de lo más agradable. Con su estufa de pellets para calentar su pequeño comedor, cálido y acogedor. Tanto la cocinera como el jefe de sala son de lo más cercanos, amables y profesionales. La comida está deliciosa, tienen un cachopo estupendo también en la carta y está muy bien ubicado junto a la carretera general bajando de la frontera Francesa. Tiene una gran terraza para disfrutar en período estival y el pueblo también tiene mucho encanto y unas cuevas preciosas que merece la pena visitar. Totalmente recomendable.