"Estuvimos un día por casualidad, había mucha gente, no teníamos reserva pero encontramos mesa, nos encantó el lugar, era como ir al comedor de la casa de mi abuela. Con vigas de madera, utensilios gigantes y antojos por las paredes, era encantador, y la comida espectacular, pedimos unas hermosas raciones que nos sirvieron con patatas sabias. Mi marido pidió para abrir el apetito un solera blanco, que vale la pena ir solo por eso y de postre crema de montaña ummmmm en total no llegamos a los 30 euros, ¡volveremos seguro!"
Platos: 0
Comodidades: 1
Categorías: 1
Reseñas: 0