3 /5
Valoración media
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para la cercanía y recomendación del hotel donde nos alojamos, cenamos allí dos noches. El primero, nos clavaron con un chupete de tinta, del cual pregunté el precio del kilo y le pregunté que era un kilo a mucho, y por supuesto, casi dos, que en realidad, la carne ya se sabe que es pequeña, pero el precio mucho. Y no puedo decir si era tinta porque la verdad es que era bueno, pero no más, no con la cremosidad de una carne llena de grasa. Dijimos otra oportunidad, pero esta época de tapas, porque si no es una carta no puedes entrar en el restaurante, aunque estaba vacía todas las ocasiones, las tapas, la decepción también. el precio es bajo, pero así hemos comprobado en el resto de la cantabria, donde siempre hemos pedido rabia y somos chiquititos o chipirones calamares, en anillos y patatas fritas en rebote crujiente, aquí había rashes de pota en rayas. y las hamburguesas, de gusto muy, muy fuerte y cuya presentación flotaba en un pan en el que la hamburguesa sólo ocupaba el centro, sin compañía de algunas papas y acompañada de dos litros de agua por lo que pagamos más que por la hamburguesa. Rara vez critico un restaurante, lo dejé, pero salí de.Alli, con la sensación de picar guisantes, que han dado lo peor porque no está volviendo. En ningún otro restaurante cantábrico nos sentimos así. Definitivamente volvería a la zona, hermosa, pero no al restaurante.