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Valoración media
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Grandes expectativas, sentimientos encontrados, bocados magníficos, fogones en miniatura o cocina de relojero. ¿Suena bien, verdad? Vamos al lío porque no es oro todo lo que reluce pero tampoco se debe enviar a nadie a galeras a remar o a la Siberia tropical en invierno. En primer lugar, y aunque no se come con los ojos, el lugar. Mezcolanza decorativa entre lo retro o vintage (para los de la ESO actual sería directamente viejo o desordenado con madera, decapados, forja, cuero, vinilos y un ambiente muy agradable. Eso sí, no esperen un local para grandes celebraciones porque no lo es. Todo muy recogido, mesitas pequeñas y espacio ideal para dejar el móvil en casa. Cuando ves la carta, como todo el mundo, solicitas unos entrantes y luego algo más contundente Primer error. Tranquilos que lo explico. Los entrantes son un bocado literalmente. Muy buenos y elaborados, pero un bocado. Al segundo entrante te das cuenta de que deberás pedir algo más si deseas comer: La coca de sardinillas con tomate seco y olivada pequeña, muy rica, pero plato exiguo. Las croquetas de cocido (para mi gusto) mejorables, y más cuando se ofertan a casi euros/unidad. Las navajas vinieron como sugerencia. Pequeñitas y bajo unas láminas de panceta ibérica. Saborazo espectacular en un plato delicado. En nuestro caso pretendíamos rematar con las albóndigas con sepia, clásico del mojeteo ibérico, que garantiza una sobreentendida placidez gástrica, pero, visto lo anterior, decidimos añadir la costilla de ternera. Albóndigas y costilla (deliciosa y despegada del hueso) son, ahora sí, unos platos de mayor enjundia y trapío con su salsa elaborada, gran sabor, calidad y una cantidad más acorde con lo que esperas disfrutar. Por favor, pidan pan con tomate. Es pan sí, lo sé, pero es un capricho delicioso. Rematamos con un pastel de queso Payoyo. Este queso es originario de una variedad de ovejas y cabras autóctonas de la provincia de Cádiz, en concreto de la Sierra de Grazalema y de un pueblecito llamado Villaluenga del Rosario en el que se encuentra la fábrica. Es caro, pero hay que catarlo antes de morir. ¿El pastel de queso? No he probado otro postre más rico en mi vida. Simplemente ESPECTACULAR. No hablaré de la cuenta. Entiendo que lo del dinero va por barrios y lo que a unos les parecerá caro a otros les puede sugerir lo que se llama relación calidad precio aceptable. Entiendo que es un lugar para volver si tu concepto es el de pocos platos y probar bocados bien elaborados y de calidad. Como apunte final dejaré un pero La carta de vinos está bastante bien, pero no están todos los que pueden ofrecer. Error. Personalmente me enteré a posteriori que tenían un blanco del Priorat que hubiera elegido antes del que pedí, aunque éste último estaba muy rico y marinó perfectamente con los platos elegidos al ser del mismo tipo de uva y procedencia, pero, como diríamos por aquí, fa lleig