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Soy joven, pero he oído muchas veces a gente mayor diciendo que la vida antes era mucho mejor. Cuando voy a la gelida, los entiendo. Una vez que entras en este templo de la cocina tradicional catalana, te das cuenta de que respiras un ambiente diferente, te sientes en familia, como si comieras en la casa de la “iaia”. un tablero mágico en medio del lugar, lleno de platos cocinados con mimo y a precio de ganga, es el alma del restaurante. Cada vez que me voy, mis compañeros me tienen que desgarrar. entre los platos adictivos - especialmente los guisos- y los precios irrisorios, termino siempre como una tonelada, como cuando iba a comer en la casa de mi abuela. No es casualidad las colas que se forman para comer en este clásico de la ciudad. barcelona tiene una iaiaia muy especial y todos queremos disfrutarlo. ¡Es eterno! ¡La larga vida! pd: ir en el tiempo o muy pronto