3 /5
Valoración media
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Fui al restaurante recomendada por una amiga. Primero llamé para ver si tenían opciones sin gluten y me confirmaron que sí (no mentían). Mi amiga me comentó que el servicio era espectacular, pero no tuve tanta suerte. El camarero fue muy majo pero, su despiste me costó una lubina entera. Cuando estábamos pidiendo el entrante le pregunté si contenía lácteos, le dije que no tenía alergia pero que verdaderamente detectaba el sabor enseguida y no me gustaba nada. Me dijo que seguro que no y que sin problema. De segundo pedimos un pescado del día, receta que habíamos entendido completamente diferente pero que en ningún momento parecía que tuviese lácteos. El entrante llegó y estaba estupendo. Para mi sorpresa fue que el pescado venía bañado en una salsa de nata. Cuando le pregunté al camarero me dijo: “Uy, es verdad, tiene nata, discúlpame.” Me ofreció hacerme el pescado a la espalda, pero le dije que no se preocupase, que estaba bien porque no quería estar esperando que llegase mi plato de nuevo. Él me comentó que sin problema, que me cobraba sólo media ración y así quedamos. Cuando pedimos la cuenta, la historia cambia, me ha cobrado el pescado entero y me dice que su encargado no le permite cambiarlo porque no es un tema de alergias (por suerte). Total, que me fui habiendo comido medio pescado (mi pareja), habiéndolo pagado entero, habiendo pagado por un servicio que, en mi caso, no estaba a la altura de las pretensiones del restaurante. Conste que todos podemos despistarnos, pero el restaurante no tuvo un gesto con eso. (El tema de avisar nos del picante en un plato y en otro no, lo comento en otra ocasión) Le doy estrellas aún así porque considero que el lugar es bonito y que tiene una buena carta, pero yo me fui con muy mal sabor de boca.