3 /5
Valoración media
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Llegamos sobre las 13h40 al local un grupo de 4 personas. Entramos y preguntamos para sentarnos a tomar un aperitivo a la camarera que nos recibe. Mientras parecía que nos iba a acomodar atiende a otro cliente y nos deja esperando en la entrada sin explicación. Va a preguntarle a quien parecía la responsable de sala y nos dice que está todo reservado, (la alternativa es que si queremos tomar algo nos vayamos a disfrutar de los 36° madrileños de la terraza, alternativa que lógicamente rechazamos). El restaurante estaba vacío prácticamente en ese momento, y por fin, casi rogándole, nos sienta en un sitio dándonos de plazo hasta las 14h30 que venía la reserva (podríamos haber utilizado perfectamente los bancos de la barra, no teníamos ningún problema como le indicamos inicialmente). Nos fuimos a las 14h29. Si tienes un local prácticamente vacío, la barra completamente libre, y unos clientes agradables que te piden educadamente un sitio, aunque sea en barra, para tomar un aperitivo, no hay que ser empresario hostelero para ver la oportunidad de fidelización de clientes. El chico que nos sirvió después muy simpático y agradable (de ahí no poner sólo una estrella al servicio), y las cosas de picar que nos pusieron con las consumiciones no estaban mal (una ensaladilla y un queso con salsa y especias). El sitio estéticamente es bonito.