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Valoración media
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Todos los veranos vamos y siempre llevo a alguien nuevo a quien no deja indiferente. Te recibe un lugar privilegiado al borde del pantano y cuando entras descubres una decoración rústica pero moderna, con mucha madera y plantas. El restaurante está en la segunda planta y recomiendo que pidas una mesa con vistas al pantano, pues está rodeado de cristaleras. La carta no es muy extensa pero suficiente como para querer probar siempre la ensalada de sandía a la parrilla y su chuletón de vaca, la mejor carne que he probado en mi vida. Otro plato estrella si no eres de la zona es el salmorejo con cecina de la sierra. Los postres son caseros y están deliciosos. Los precios pueden parecer elevados comparando con otros lugares de pueblos colindantes, pero la calidad, sabor y lugar merecen sin duda la pena, además de que en cualquier ciudad tienes mismos precios con calidades mucho peores. Recomiendo reservar con unos días de antelación y coordinarlo con la reserva de un barco solar en el pantano.