4 /5
Valoración media
★
★
★
★
Restaurante al que hay que ir a posta y ... que merece la pena hacerlo. Está a poco más de una hora de Granada capital yendo relajadamente por la autovía y con unos últimos kilómetros de carretera de montaña que merece la pena recorrer despacito para disfrutar de la misma. Cerca del restaurante hay rutas preciosas de senderismo y alojamientos rurales, así que es un excelente lugar en dónde reponer fuerzas y/o darse un merecido premio tras la quema de calorías. Dispone de una magnífica terraza en la que se está a gustísimo en estos días de solecito de otoño-invierno. Asimismo dispone de un espercojado salón, que debe estar reformado de hace poco, con una coqueta entrada con chimenea y sillones. Los aseos muy nuevos también y muy limpios. Hemos tomado de entrante una ensalada de aguacate, tomate y anchoas muy bien preparada y de plato principal una de sus especialidades, que es el pollo a la manzana ¡excelente! acompañado de unas patatas panaderas muy buenas y nada aceitosas. Disponen de mosto del lugar, siempre es agradable probarlos. Los postres ... ¡de diez! De los mejores flanes y crema quemada que haya probado nunca. Un ¡bravo! para quién los haya elaborado, pues se nota que lo ha hecho con cariño y esmero. Hay una parrilla a la vista de la que no paraban de salir carnes con un muy buen aspecto, pero eso será otro día. La camarera que nos ha atendido es muy profesional, rápida y está pendiente todo el rato. Después de tan excelente comida y disfrutar un ratito del sol, si el regreso es hacia Granada capital, no te arrepentirás si lo haces por la carretera de La Cabra disfrutando de la ruta y despacito y por tu lado, pues suelen transitarla motos y bicicletas. Abstenerse si van a bordo niños o adultos que sean propensos al mareo.