4 /5
Valoración media
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Tal vez cuatro estrellas sean demasiadas, pero he de decir que el mérito no es del restaurante, ni de quienes lo gestionan, ni de la comida, ni el vino, ni el ambiente… solo son merecedores de cuatro estrellas por el gran trabajo que hizo la camarera que nos atendió el pasado viernes diez de diciembre. Teníamos mesa en Aqua Maritim. Nadie nos informó de que ese restaurante de la misma compañía que Sa Lliga estaría cerrado. Cuando llegamos nos llevamos una gran decepción ya que veníamos expresamente desde Ciutadella y me había encargado personalmente de reservar mesa y menú hacía unos diez días, si no me equivoco. Vi su anuncio en instagram y me pareció que sus menús de empresa eran muy atractivos, sobretodo el de que se adaptava a nuestros gustos y necesidades. Ese mismo fue el que reservé. Después de rondar por un sitio medio abierto, medio cerrado, a oscuras y desierto, apareció una muchacha que nos indicó que debíamos ir a Sa Lliga. ¿Cómo íbamos a saberlo? Bien. Bajamos hambrientos hasta Sa Lliga. Nos acomodamos en la terraza cubierta, cerca de una estufa-chimenea, con bastante fresquito. La camarera no me dió muy buen feeling a primera vista. Supongo que el hecho de que tuviera que darme una mala noticia no propició que fuera así. Y es que ese menú, el que habíamos reservado con antelación, no estaba disponible. A pesar de tener únicamente personas en todo el restaurante, de haberme pedido que reservara un menú en concreto… Me decepcionó mucho. La camarera intentó amablemente darnos otras opciones, debatió con el resto de personal e insistió hasta que logró dar con una solución: podríamos cambiar algunos entrantes pero comer los principales del menú escogido. Bien, eso era un avance. Y eso hicimos. Los postres, en cambio, fueron los del menú dos, que no nos apetecían tanto, pero fue la única opción que nos dieron y yo ya no quise insistir más después de tanto alboroto… Comimos lo siguiente: -Croquetas: deduje que de sobrassada. Estaban bien, sin más. -Gambas: gambones grandes y picantes que gustaron a mis acompañantes. -Calmares crujientes: estaban bien. La salsa peculiar. -Tartar de atun: bien -Gyozas: buenas de Bacalao confit (sin la salsa correspondiente): pescado con un sabor demasiado fuerte y una salsa de sofrit simple. Lo mejor del plato fue el cuadradito de patata. de entrecor de ternera (sin la salsa): muy buena carne, de la que disfrutaron mucho mis acompañantes, fue lo más destacable. -Torrijas de ensaimada (en teoria): con un mar de natillas o crema catalana, algo parecido, y crujiente de azucar. -Arroz con leche: bien -Coulant sin chocolate fundido en su interior: un poco sosito… mucha nata pero el coulant en si no tenía nada de especial, ni siquiera chocolate fundido. Dos de mis acompañantes no querían salsa, pero los otros dos comensales sí queríamos. No sé que pasó con eso, si es que no tenían las salsas que tenían que tener (como había pasado con los aperitivos) o que les dio pereza y pasaron de todo. Pero mal, muy mal. Yo quería mi salsa, y la otra persona también. Y sin salsa nos quedamos porqué ya no nos apetecía discutir ni luchar más, tras tantas decepciones… uno llega que pierde la energía. Tenía que ser una cena especialmente divertida, y… bueno, los animos no fueron los mejores tras sufrir tantos imprevistos. El baño estaba bien, no extremadamente limpio, pero bien, teniendo en cuenta la poca afluencia de gente que tenían esa noche. El ambiente demasiado frío para mi gusto. La música ambiental muy adecuada, es de mis listas favoritas. La camarera nos atendió con extremo esmero e hizo que nos sintiéramos medianamente cómodos tras todo lo sucedido, algo que no cualquiera hubiera logrado. Estuvimos muy agradecidos de su trato, y por ella nos quedamos. Porqué nos estuvimos planteándo irnos a otro sitio. Enhorabuena a la chica por tan buen servicio a pesar de las primeras impresiones. Nada más que añadir… una experiencia agridulce.