4 /5
Valoración media
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En mitad de una olvidada carretera nacional se encuentra este restaurante que debe haber pasado por tiempos mejores, porque ahora parece que viva de otras celebraciones más que por su escasa clientela de diario, lo cual no quita para que en su amplio comedor, con sencillo mobiliario de madera y personal amable, se pueda desgustar un menú diario con algo más de enjundia que en otros locales más de batalla, y todo a un precio muy ajustado por lo que se ofrece, tanto por calidad como por cantidad, limpieza o servicio. También merece la pena citar que parte de la carta de postres son caseros, de lo que se informa con cierto orgullo y en realidad así puede ser, ya que pese a su sencillez los dos postres probados estaban realmente buenos.