1 /5
Valoración media
★
Hicimos una escapada rural y nada más llegar quedamos prendados del lugar. Es un sitio precioso. Escogimos una habitación con jacuzzi (bungalow) que es algo más caro pero merece la pena, ya que funciona muy bien. Para ir en invierno no es muy recomendable ya que los bungalows tienen el techo muy alto y tarda mucho en calentarse la habitación. Otro pero de la habitación es que se escucha TODO lo de las habitaciones aledañas a poco que los otros huéspedes se entusiasmen lo más mínimo en sus placeres, así que recomendable llevar tapones por si acaso. Por si fuera poco, la cama del bungalow 6, que es donde nos quedamos, se hundía por el medio y tampoco descansamos bien que digamos. El Spa está bien aunque es algo pequeño. En general nos gustó, salvo que la sauna no funcionaba. Nos pusieron zumo y agua para refrescarnos, y si vais a última hora incluso puede que os dejen algo mas de 1h al no haber nadie después. Para el precio que tiene, y para ser de 4 estrellas, no estaría mal que nos diesen un albornoz para ir de la habitación al Spa. Lo peor de todo, sin duda la comida. Caro y de escasa calidad. La tabla de ibéricos traía queso, lomo, salchichón y chorizo. Pedimos menú por 22€, pero es que de los segundos, lo mejor que se podía pedir era la lubina, no muy generosa, y lo peor, el filete de ternera que mi chica lo tuvo que dejar ENTERO porque estaba lleno de nervios. Un sitio de 4 estrellas no puede permitirse esta calidad alimenticia. El restaurante es bonito, acogedor, elegante y tranquilo, con una exquisita música ambiente. El servicio estuvo atento y nos invitó a una crema de orujo tras el postre. Se me pasaba que el otro entrante, los espárragos, estaban muy buenos, pero insisto en que lo del filete es intolerable.