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Valoración media
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Pasamos por el pino y captamos nuestra atención en la entrada de este peculiar restaurante. Era muy caliente, y cuando entramos nos encantó la sensación de frescura desde el interior del restaurante. Fuimos con nuestros pequeños, y ambos comieron maravillosamente. el muy buen servicio en general y especialmente de una camarera de ojos azules que estaba consciente de cada detalle. Comimos muy bien, la ensalada muy fresca, y las espectaculares patas de cerdo. Especialmente la salsa. el bistec hasta el punto y la muy buena crema catalana!!! los lavabos muy limpios. Si pasamos por el pino, seguramente volveremos!