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Valoración media
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Castizo, elegante, auténtico... Único.En sí el restaurante es un museo... cada rincón cuenta una historia. Su suelo hidráulico, las colecciones de espuelas y los peroles antiguos de latón y cobre... el interruptor de la luz del baño, la piedra vista de sus paredes... cada cuidado detalle, sin olvidar los comedores privados... El servicio profesional, familiar, cercano... Ni una voz por encima de ruido ambiente, control absoluto entre los susurros de los timing, pendiente a una copa vacía y su inmediata respuesta sin pedirlo... cosas que marcan la diferencia. Sus vinos una elección más que correcta entre los grandes clásicos... Experiencia sobresaliente para los adictos a la buena cultura gastronómica De la comida que puedo decir... entre la sencillez y la osadía, un regalo a los sentidos. Probé un carabinero al horno con huevo frito, ¡que acierto!, y el Rabo de toro, el cuchillo sobraba... acompañado de verduras BABY y las patatas fritas frescas, como tiene que ser.