4 /5
Valoración media
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Fuimos a comer en familia un mediodía entre semana y sin reserva. Tuvimos suerte porque se les había quedado colgada una mesa y pudimos sentarnos. Aunque los camareros no fueron especialmente simpáticos, sí correctos y nos sirvieron rápido. La comida estaba en general rica, aunque las raciones no son especialmente grandes. Pedimos para compartir: croquetas de pollo (ricas, melosas, bechamel suave); lasaña de changurro (a unos les gustó más que a otros, pero la expectativa era que fuese un plato caliente, no frío); merluza rebozada y frita (fuera de carta, rica pero no excepcional); huevo a la turca (muy bueno); solomillo al whisky (carne de calidad, salsa escasa, le faltaba potencia); cachopo (muy bueno, y las patatas estaban exquisitas, al igual que la salsa de tomate). De postre probamos la milhojas (a nosotros la manzana no nos acaba de convencer en este postre, pero la hoja y la nata riquísimas) y la torrija (exquisita). Todo eso más cubiertos (creo recordar que era 1,70€/persona) y bebidas, fueron aproximadamente 127 euros. El ambiente era bueno, la decoración con gusto, los baños estaban limpios y hemos leído que el chef estudió en Le Cordon Bleu. Nosotros sí repetiremos.