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Valoración media
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Está compuesta por una degustación de 60€ por persona sin incluir bebidas. Máximo 8 personas así que es muy íntimo. El chef Diego es muy amable y diligente. Los platos eran bastante buenos, algunos más raros que otros en sus combinaciones pero bastante buenos. Comenzamos con un plato de 4 entradas pequeñas: un crocante, uno de mariscos, otro de pulpo y una gyoza. Los mejores eran gyoza y pulpo. Luego algunos chips cromados que eran muy buenos. Luego un pedazo de pera que recomendaron comer en combinación de los pases de uva y el queso de cabra con centro de naranja y sí, sólo estaba bien pero tomar un mordisco de todo era genial. Luego siguió un huevo de escalfato con alcachoque y crema de boleto, fue bastante bueno aunque para mi gusto se quedó un poco corto. Luego vino el pez principal, el salmón era perfecto, vino con un chutnik de mango que era el toque perfecto, pero era muy poco y no dio para todo el plato y salmón en caso de que era sólo sous porque el Alga frito no trajo ningún sabor. Luego el plato principal de carne, que era un patón, que no me gustaba (la única cosa del menú que obtendría). Para el postre, fue el cierre perfecto, para mí el mejor plato, increíble, torrijas con helado de queso, no hay palabras para este postre. Entonces Diego nos dio un recorrido por la casa, el estudio y la cueva en el sótano y nos contó muchas historias. Lo único que unía mejoraría es una pequeña reserva, la fecha es a las 9:00, tuvimos que salir de un lugar y correr porque apenas llegamos allí a tiempo, llegamos a las 9:01 y nos sentamos a cenar a las 9:45.