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Valoración media
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Atraídos por la gran variedad de sabores y lo originales de éstos, nos decidimos por esta heladería. Para empezar, no tienen los precios publicados (que es obligatorio por ley), como se puede apreciar en las fotos. Al preguntar resulta que eran los más caros de todo el paseo marítimo. Aun así queríamos probar sabores únicos como el de regaliz, el de tarta sacher... y pedimos un helado de una bola con dos sabores, como en cualquier heladería. No servían así, tenían que ser dos bolas si queríamos dos sabores. Decidimos tomar las dos bolas cada uno, aunque era demasiado para nosotros. Te lo sirven muy bonito, pero con una parafernalia que pagas: unas cucharas muy grandes para los helados, una tulipa de plástico, un par de barquillos, unos chips de chocolate... Sinceramente preferiría pagar menos por el helado y poder elegir los toppings o tomarme sencillamente el helado sin más, no verme obligada a pagar algo que no quiero tomar para poderme tomar el helado. En estos tiempos donde lo sostenible está de moda y es una necesidad, también preferiría no tener que pagar una banderilla con su propaganda de los nuevos sabores, una tulipa y unas cucharillas que terminan en la basura después de dar vueltas por la cocina y ver que no los voy a usar. Las dos veces que fuimos nos contestaron secamente y con poca amabilidad, como molestos. Está más pensado para dar imagen que para atender al cliente. Una pena, pues los helados son muy ricos y su variedad, espectacular EDITO para responder: los precios no aparecían ni en el área de camareros, como se puede observar en las fotos. Y no había avalancha de clientes, pues estuvimos en temporada baja, en la semana del 28 de marzo y estaba todo muy tranquilo y con poca gente, com otambién se puede apreciar en las fotos. Gracias por su respuesta