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Valoración media
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Acabo de conocer este pintoresco local con motivo de la celebración de un próximo campeonato de billar de bola al que acudiré a participar. El nombre del local le queda que ni pintado y el logo es precioso! Antes de entrar, hay que subir unas escaleras. Una vez dentro, ves una mezcla de bar/mini-restaurante/taberna de aire retro, con buena música y ambiente acogedor. Su propietario, Marcial, es el alma del lugar, te acoge, te sirve con una sonrisa y hasta te indica con quién jugar a billar si es el caso. También he visto una diana. Dos billares de tapiz granate nos dan la bienvenida (y una columna, sí, la maldición de los billaristas). Al fondo, en otro ambiente, unas mesas y sillas nos indican que es el sitio para comer o picar alguna cosa. Abren a partir de las y cierran a las También tienen algunas mesas fuera, en el paseo, para fumadores, con el inconveniente de estar al lado de la Nacional II. En resumen, tengo que probar su comida, tengo que volver para practicar más billar antes del campeonato y tengo que volver por que ya me han hecho sentir como si fuera una más de La Negra. Muy recomendable!