Nos llevaron a comer allí, porque ya lo conocían, nos gustó todo, pulpo, gofio, queso, mojo, vino, los postres, y también el café de puchero, y los chupitos. El trato de José fue profesional, de esos camareros de la vieja escuela, muy educado y amable, nos sentimos muy a gusto, PARA VOLVER. La cocina de GRACIAS