Fuimos a tomar algo y a dar de cenar a nuestra hija pequeña de dos años. La dueña muy amable le preparó una tortilla y nos dió todas las facilidades posibles, incluso le regalo un muñeco. El trato de la dueña, Isa, fue genial, estuvimos charlando con ella, y la verdad fue una pena no haber descubierto el sitio antes, porque nos quedamos con ganas de probar su comida. Ya simplemente por la amabilidad de la dueña merece la pena pasar por allí. Si volvemos a O Grove seguro que pasaremos por allí a cenar.