El lugar es muy acogedor, bien decorado y con buena música, ademas sus vistas a la playa de San Lorenzo lo hace aún mas bonito. Cuando fuimos estaba totalmente lleno, era domingo por la tarde y encontramos mesa de casualidad. Tomamos un dry martini, un mojito de manzana, café irlandés y un cóctel con naranja y fruta de la pasión, estaban buenos pero el precio es un poco elevado. El trato del camarero fue un tanto distante y demasiado estirado, en un intento de hacerlo correcto se pasan de vuelta con tanto protocolo, para mi gusto.