un restaurante lleno de encanto con vista desde su ventana de naturaleza plena, muchos árboles y una luz mágica pusieron varias especialidades canarias típicas y finalmente una bandeja de carne tremenda que no pudimos terminar. Bueno, no para terminar, ni para llegar a la mitad, lo bárbaro para ponernos eso delante de nosotros después de todo lo que habíamos comido ya el tratamiento de los fantásticos camareros, gente muy animada, divertida, que estaríamos felices de repetir.