Después de visitar el monasterio de Yuste y el cementerio alemán, fuimos a comer a este restaurante y ciertamente fue un acierto. Lo que tenían era un menú a escoger entre varios primeros y varios segundos', lo que comimos fue migas, espárragos, bacalao al oli-oli, pechuga a la plancha, pimientos rellenos y lagarto ibérico (parte del cerdo). Todo muy rico y abundante y con una atención excepcional por parte de un ex novillero, que nos atendió de maravilla.