No es de extrañar que el autor de estos fantásticos frijoles blancos con moras, o de los grandes cerdos, sea la abuela de la familia. Es un placer volver a esta ciudad cuando pueda, palacios renacentistas con escudos en todas partes, dos iglesias magníficas, moeos y muchos restaurantes buenos y poderosos. Me quedan unos cuantos para saberlo. El cacerola está muy cerca de la plaza del ayuntamiento (no se pierda su interior), y su comida casera lo ofrece en un menú de más de 15 euros: sopa de ajo, frijoles, carrilleras en salsa de vino, chuletas o mantas le dan a elegir, algo pobre son postres, la crema catalana muy exitosa, aunque digo, carece de variedad, (ah.Y el servicio es muy amable).