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Reseña
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Según el New York Times, el único bar del mundo sin barra (la gente apoya las consumiciones en las barricas y estanterias). Durante la semana podemos probar sus vinos, siendo los más destacables el Pedro Ximénez y el fino, y los fines de semana sirven comida casera en un ambiente de lo más familiar. Imprescindible probar la pringá y la berza de chicharros. Platos sencillos y muy caseros que a mi me encantaron, siendo este uno de los lugares con más encanto y solera de la ciudad. Lo único malo es que sólo sirven comidas los sábados, y hay que ir pronto, ya que hay poco sitio. Eso si, comer entre barricas es muy agradable. En cuanto a precio, está muy bien, así que no hay excusa para no visita...