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Reseña
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Nuestros amigos locales nos habían dicho que evitaban este restaurante porque el dueño es famosamente gruñón y no le gustan los niños, y vaya que tenían razón. Llegamos temprano un domingo y pedimos una mesa para 12. Estaba dispuesto a juntar 2 mesas hasta que mencionamos que vendrían 5 niños, momento en que nos dijo que no podía dejarnos sentarnos hasta que todos los 12 estuvieran presentes. Los 3 que ya estábamos allí hicimos hincapié en que todos llegarían por separado, los niños tenían más de 8 años y los 12 invitados estarían allí muy pronto, así que dijimos que pediríamos bebidas y tentempiés por adelantado. Literalmente tuvimos que rogarle que nos dejara sentarnos. De todos modos, dej...