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Reseña
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Cuando nos quedamos durante un año en St Just hace unos 12 años, Can Domingo era nuestro restaurante local. Después de un par de intentos fallidos para reservar, logramos tener un almuerzo de sábado, que fue como un salto en el tiempo. Varios miembros del personal todavía están allí, y sigue existiendo la misma indiferencia servicial que hace que la experiencia sea tan exitosa. Como de costumbre, las tapas son geniales y el vino de la casa desciende muy bien. Como observador de personas, los lugareños seguro que están presentes en masa. Un lugar especial con continuidad.