"Fue la una y media de la tarde. Queríamos tomar un aperitivo mientras alimentábamos a nuestro hijo con puré, algo que normalmente tomábamos, al menos diez minutos. Pedimos con toda la educación que se sienten en una silla y a partir de ahí todos pusieron caras malas, comentarios desagradables y humillantes en voz alta con los otros clientes delante, protestas por retirar un servicio de mesa mientras nos advierten que no toquemos nada y nos recriminan por haber puesto el carrito allí. Finalmente, un trato vejatorio, una atención más que cuestionable al servirnos el consumo y una sensación de superdiscapacidad de haber ido a dar con un par de restauradores que, sin duda, podrían enmascarar la...
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