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Reseña
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Acá estoba caminando por Sevilla y aún pasada la hora de la comida, conseguí este espacio sencillo, de cuchara noble y fiel a la costumbre del lugar. Acompaña este tenedor de cocina originaria, el suave trote de los caballos paseantes de las carrozas que recorren la calle paralela. Al fondo, la Torre de Oro, detrás los Jardines de Cristina, y justo antes de llegar, un trío de árboles con sutiles aromas que fui incapaz de reconocer... El camarero MAJO con mayúscula, y con M de Manuel, y para completar la buena experiencia los precios, muy solidarios para una venezolana como yo. Insisto, un bar sencillo, simple y profundo a la vez.