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Reseña
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He ido varias veces desde que descubrí este restaurante a principios de los años 90. Su propietario ha cuidado la carta, los vinos, la decoración, el jardín, el ambiente y por supuesto a los clientes. Por lo tanto, las especialidades son únicas, como las Romanitas, el guacamole o la ensalada rusa de camarones (entradas), pero también el magret de pato, el rabo de toro, la carrillada, el bacalao o la ventresca de atún. Y, de postre, sin duda la tarta Tatin. Y la carta de vinos completa y selecta. Todo mientras los niños degustan el arroz al horno y disfrutan del jardín y los columpios para hacer de la comida algo muy agradable. Cuidado, porque no es barato, pero si sabes a dónde vas y como di...