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Reseña
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Cuando llegamos, vimos un lugar tranquilo, acogedor y sobre todo, diferente. El camarero nos atendió con amabilidad y simpatía. Fuimos con una niña pequeña y no fue un problema en absoluto. Nos sirvieron un aperitivo mientras mirábamos el menú. Elegimos una especialidad que tenían fuera de carta (la foto) y una porchetta que estaba deliciosa. Un espectacular entrante de carne con salsa de atún. Todo sin olvidar el trato que el camarero siguió dándonos, atento y agradable en su trato y sin perder su sonrisa (el dueño es atento, el chico es oro puro, no lo pierdas). Para el postre nos dejamos llevar por las recomendaciones del camarero y otro acierto. El precio, no nos importó, la calidad, la...