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Reseña
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Íbamos por la carretera de Burgos, eran las tres de la tarde. El hambre amenazaba con dominarnos. ¿Sabes? Me apetece una francesinha Mira dónde hay una, me respondió. ¡Cuán mayúscula fue mi sorpresa al descubrir que había un restaurante ahí al lado! ¡Llama! Y lo hice. La recepción fue excelente, la mandaban a cocina mientras llegábamos. El sitio, acogedor, ventanales, luz natural, buena música y una atención y un cariño tanto en el trato como en la comida excelentes. La comida es de calidad y la cocinera aporta un toque personal a cada plato que hace que cada bocado sea especial. Un restaurante de comida portuguesa excelente. La francesinha especial. El surtido de empanadas delicioso. Gracias!