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Reseña
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El bar suele ser un lugar santo, es decir, pimientos fritos. ¡Y qué pimientos y a qué precios! Por poco más de una docena de euros, te sirven en papel de comida con su golpe de pan y sal, en lo que es difícil no repetir. No esperes grandes lujos en este lugar. Es un lugar con ese carisma de batalla constante y tránsito. En la tendencia a ir al turrón y a las canciones de los mandos es constante. Recomiendo no perderse los pimientos fritos de temporada, ni las raciones de embutidos.