4 /5
Valoración media
★
★
★
★
Hacía unos cuando años que no nos pasábamos por Cannibal, y eso que la última vez que estuvimos ya nos había parecido un restaurante que merecía la pena. Su carta se divide en dos grandes partes: una de platos “crudos” y otra de platos cocinados. Aunque hemos probado en otras visitas la parte “cocinada” esta vez íbamos con mucho mono de crudos y en ella nos centramos.Empezamos con el apartado de ahumados: unas sardinas del cantábrico estupendas, sin apenas adornar y que estaban para morirse y un steak tartar, al que el ahumado hacía aún más atractivo. Luego ya nos fuimos con los marinados, en este caso un ceviche de vieiras con aguacate muy suave y un tiradito de lubina y mango que quizás fue de lo más flojo de la cena (estando bastante rico también).El otro plato “salado” que probamos fue un carpaccio de carabineros con una ralladura de lima, sencillo y perfecto a la vez, porque una gran materia prima no necesita grandes adornos. El punto final lo pusimos con su lime pie, que ya habíamos probado en Charrúa, su hermano pequeño, y que sabíamos que era un acierto seguro. Una gran cena.Puntos fuertes: llevar casi dos cartas (una de crudos y otra de cocinados) es un puntas, todo apetece.Puntos débiles: últimamente tengo la manía de que me gusta comer pudiendo ver qué como.Precio: Podéis seguirnos también en nuestra cuenta de Instagram, @madridbocados. Allí encontrarás reseñas detalladas. Hasta el próximo bocado.