lo mejor del sitio es la terraza, lugar privilegiado con vistas al mar y el sol que le da en la cara. El servicio es otra cosa. Muy bien el trato, pero pedimos cafés y croissants, nos tomamos minutos y nos servimos fríos, sin plato bajo la taza, y sin una servilleta miserable para limpiar tus migajas. sin querer probar nada más, la verdad.