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Reseña
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Estaban todos los restaurantes llenos. Llegamos a este sitio ya sin esperanzas. Preguntamos si hay sitio y, sin dudarlo, nos dicen que tienen solo una mesa redonda de 8 plazas, éramos 4. Nos quedamos allí y no nos arrepentimos. La comida, de fábula. El trato, exquisito e informal. Y de remate, el postre, un flan de huevo y queso que me hicieron saltar las lágrimas de lo bueno que estaba. Increíble. También he de decir que es el sitio más caro, no mucho más, de los que estado estas vacaciones pero no me arrepiento para nada.