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Reseña
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Llegamos por casualidad a este pequeño lugar sin encanto y encontramos mucha convivialidad. La gente es encantadora. Tomamos sardinas muy frescas acompañadas de pepinos de su jardín, una maravilla. En cuanto al resto, los calamares fritos estaban correctos al igual que las croquetas de pescado. Los dueños son muy encantadores y sonrientes. En resumen, buena experiencia para mí.