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Reseña
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Fue una agradable sorpresa ver el cambio de este sitio, en plena naturaleza y con un ambiente de lo más rural, pero que luego sorprende con su cocina. Tiene una carta donde habría más que de sobra para elegir, pero con un abundante fuera de carta que incluía (ese día): croquetas de compango, fabada asturiana, gnoquis de calabaza rellenos de cabrales y muchos más. Se puede comer desde la tradicional fabada hasta algo más novedoso, o mezclas interesantes como crépes rellenos de pitu de caleya. El local no es muy grande, por lo que recomiendo reservar. Tienen tronas para niños, accesos para minusválidos y se adaptan a peticiones y sugerencias del cliente. GRACIAS CÉSAR, MARÍA Y EQUIPO!